¿Quieres estar al día de las novedades de Escuela de Valientes y recibir contenidos exclusivos?
* En escuela de valientes no enviamos spam y respetamos por completo la privacidad de tus datos :)
* En escuela de valientes no enviamos spam y respetamos por completo la privacidad de tus datos :)
La autoestima… ¿Qué tema tan delicado, verdad? En algún momento u otro, todos notamos como de forma inesperada se tambalea y nos hace perder la seguridad en nosotros mismos en cuestión de segundos. Por suerte, si tenemos una autoestima bien trabajada, esa sensación se pasa al poco tiempo y podemos volver a valorarnos objetivamente.
En los adultos, esta sensación es muy común cuando tenemos que hablar con figuras de autoridad (nuestro jefe, por ejemplo) o cuando intentamos encajar en un nuevo grupo (ya sea con compañeros de trabajo, nuevas amistades…)
Pero esto no es de lo que vamos a hablar en este post.
Hoy quiero que pienses en cuando eras pequeño…
¿Te acuerdas de cuando no te atrevías a levantar la mano en clase por si el profesor o tus compañeros se reían de ti?
¿O cuando te pasabas una eternidad decidiendo lo que te ibas a poner ese día para ir a clase?
Seguro que lo que sentías no era tan distinto a cómo te sientes ahora cuando tienes que dar la cara ante una situación difícil o cuando quieres quedar bien en un evento social.
Y es que aunque no siempre nos demos cuenta, los niños y los adolescentes, sienten presiones muy similares a las nuestras: se preocupan por qué pensaran de ellos sus compañeros, en complacer a sus padres, profesores… ¡Y todo eso con un mapa del mundo mucho menos definido del que tenemos nosotros!
Por eso, empezar a reforzar su autoestima desde bien pequeños, es el camino más eficaz para asegurarnos de que desarrollen una imagen positiva de sí mismos y se sientan capaces de enfrentarse a nuevos retos. Así que hoy quiero mostrarte 3 pautas muy fáciles de aplicar que podrás incorporar en la comunicación diaria con tus hijos:
Sí, has leído bien, por su esfuerzo y no por el logro en sí. Incluso si no ha conseguido el objetivo que se había propuesto, si le felicitas por el trabajo y el esfuerzo que le ha dedicado, se sentirá más motivado para una próxima vez.
Por ejemplo:
Si tu hijo gana un partido de fútbol, tiene un efecto más profundo que le felicites por las horas de entrenamiento, los madrugones en fin de semana y por haberse perdido jugar con los amigos, que simplemente le felicites por haber ganado. De la misma forma, si ha perdido el partido, felicítale por cómo se ha esforzado y la dedicación que ha demostrado.
Cuántas veces habremos oído o incluso dicho aquello de “¡No es para tanto, solo son cosas de niños!”. Quizás es porque ya nos queda muy lejos y no recordamos muy bien cuánto nos afectaban las cosas de pequeños, pero los mayores tenemos la manía de quitar importancia a las preocupaciones de los niños. Pero debemos recordar, que lo que para nosotros puede parecer una tontería, ellos lo pueden ver como una catástrofe y sentirlo como tal. Así que cuando tu hijo te cuente alguno de sus problemas, aunque a ti desde una perspectiva adulta te parezca que “no es para tanto”, intenta validar sus emociones demostrándole que le escuchas y que te tomas en serio sus preocupaciones. Esto ayudará a que en un futuro confíe en ti y no se sienta reprimido a la hora de contarte sus problemas.
Imagínate un sándwich y sus distintas partes: El pan, el jamón y otra rebanada de pan.
La técnica del sándwich consiste en dar feedback de mejora como si estuvieras haciendo un bocadillo.
– La primera rebanada de pan es algo bueno sobre tu hijo. Así que empieza dándole un cumplido o felicitándole por algo que haya hecho bien.
– La parte de en medio (el jamón) sería aquello que quieres que mejore. Así que después de haberle dado el cumplido, le comunicas aquello en lo que te gustaría que trabajase.
– Finalmente, la última rebanada de pan, sería otro cumplido o una propuesta de colaboración para ayudarle a mejorar aquello que quieres que cambie.
Ejemplo:
– Me encanta lo organizado que eres con tus juguetes. (Primera rebanada de pan)
– Y seria genial si fueras igual de organizado con tu ropa. (El jamón)
– ¡Con lo apañado que eres, seguro que luego sacas un rato para organizarla un poco! O ¿Te parece que nos pongamos el sábado justos a organizar tu armario? (Última rebanada de pan)
Con la técnica del Sandwich, consigues que no se ponga a la defensiva ya que no le criticas de entrada y antes de nada reconoces las cosas que sí hace bien. Además, le ofreces una colaboración, no dejándolo solo, a lo que incluso puede que te responda que no hace falta y haga por voluntad propia lo que le has pedido.
Como ya has visto, estas tres técnicas son muy sencillas pero te aseguro que son muy eficaces. Aunque no te salgan a la primera, te animo a que sigas insistiendo y acabarás viendo los resultados 🙂
Recuerda: ¡Dar refuerzos positivos, es mucho más eficaz que dar refuerzos negativos!
Si quieres aumentar la autoestima y motivación de tu hijo a través de mis procesos de Coaching con PNL para Niños, puedes contactar conmigo a través de este formulario.
© Copyright Laura Pérez · Coaching con PNL · Diplomada por la AEPNL - Escuela de Valientes 2018 - Política de Privacidad